Pocos sitios son tan especiales, cómodos y relajantes para las mujeres como una peluquería o un salón de belleza. Las chicas (y también cada vez más chicos) acuden a estos centros para ponerse guapas y de paso charlar un rato con las amigas. Es un ritual femenino que parece perpetuarse más y más con el paso de los años.
Para darle un punto más de emoción, los bromistas decidieron hacer salir a la niña al propio salón de belleza, junto a las clientas. Pero no de modo normal, sino haciendo el puente inverso, caminando de espaldas, como tantas niñas poseídas de las películas. Este toque fue la gota que colmó el vaso, y las clientas no pudieron más que salir corriendo del sitio, totalmente aterrorizadas.
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